lunes, 15 de marzo de 2010

En sus marcas, listos... a vivir!

Sentado en un centro comercial muy concurrido de Quito, veo personas pasar y alcanzo a escuchar algunas de sus conversaciones, la mayoría, tal vez por tratarse de un horario laboral, son acerca de dinero y negocios. Imagino que en la hora del almuerzo que está muy próxima comenzarán a llegar quienes hablen de entretenimiento y sociedad.

En fin, en aquellas conversaciones financieras encuentro una voz que habla acerca de lo que somos los seres humanos. Cuando estamos dentro del vientre materno somos materia virgen, preparándose para algo que, por nuestro vasto conocimiento aún, no sabemos como llamar. Nos limitamos a sentir y recibir el mundo a través de nuestra piel y nuestro tacto.

Es en ese momento donde encuentro una relación entre la vida y una carrera. Es como si nos estuviéramos alistando para salir a correr apenas el médico que tiene el enorme privilegio de recibirnos por primera vez nos lanza a la vida, es como si fuera una bandera a cuadros que marca nuestra partida. Desde ahí comenzamos a correr de experiencia en experiencia, saltando obstáculos y tratando por sobre todas las cosas de ser los primeros en llegar. Pero... ¿a dónde?

En esta carrera nos tompamos con gente que nos ayuda y otros (la gran mayoría) que nos quieren rebasar, todos buscamos ser los primeros, primeros en la clase, primeros en la escuela, primeros en conseguir novia, primeros en nconseguir el puesto, primeros en acumular riqueza, para poder regresar a ver a los demás competidores sintiéndonos ganadores. Creemos que el que más logra acumular será el que gane esta carrera... nada más equivocado.

Lo peor de todo es que no existe una meta al final de un camino trazado, no hay a donde llegar, solo hay que estar. Que feliz sería un competidor que no sufre si llega tarde o que no se engríe si llega antes. Solo disfruta como nadie el hecho de estar participando de la carrera, de poder ver que no está solo y que tiene a su lado miles de corredores similares a él que cumplen la misma función de existir y que podrían, si así lo quisieran, solo detenerse y reir, bailar, compartir, gozar. qué fácil se podría alcanzar la paz en el mundo si entendiéramos que no vivimos en una carrera de velocidad sino en una "competencia" donde el único ganador es aquel que más se ríe y mas hace reir a quienes comparten el mismo momento existencial.

Daniel

Desde aquí parado en este punto de la carrera te he visto pasar 3 veces, se te nota cansado. Te invito a descansar.

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